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  • Foto del escritorGloria Beatriz

Mujeres

Actualizado: 15 abr 2021



Hoy quiero honrar a las mujeres que me han dado su experiencia, sufrimientos y ejemplos. Mi madre fue la primera voz que llegó al mar de mi vientre. Es mi mujer maravilla, mi heroína, la que tuvo que cargar con el infinito peso de ser esposa, ama de casa y trabajadora. Que con su inteligencia —porque en esa época las mujeres no iban a la universidad— llegó a ser concejal, Secretaria de Educación, creadora y decana de una facultad de bellas artes. A ella le debo mi amor por las artes, la lucha por los sueños, la honestidad y la compasión frente al sufrimiento del otro.


Las letras llegaron a mí con voz de mujer. Consuelito me enseñó a leer y a escribir, y con el abecedario: la llave de los libros, del conocimiento y de mi gran pasión: escribir. Luego estuvieron Mañito, Blanca, doña Tulia y otras tantas que me instruyeron sobre historia, geografía y ciencia. Cuando fui profesora las recordé como aquellas que me enseñaron que estar frente a una alumna es una ofrenda, donde no solo entregas tus conocimientos, sino la pasión y tu propio ser.

En la universidad llegué al mundo de los hombres, allí no tuve una sola profesora mujer que me mostrara la visión femenina del derecho. Hoy veo con placer una facultad que se desborda de mujeres, como la decana y jefe de departamento. “El mundo cambia lento, pero seguro”.

Al empezar mi viaje por la literatura me encontré en un mundo masculino y solo hallé en mi época de colegio a Gabriela Mistral, Violeta Parra, Oriana Fallaci, Isabel Allende y Safo. Esta última ha sido incomprendida y descalificada a través de la historia con el arma que tienen los hombres frente a las mujeres: el sexo. Nos cuenta Irene Vallejo en su libro “El infinito en un junco” cómo Séneca crea un ensayo: “¿Fue Safo una puta?” y en el año 1073 el Papa Gregorio VII ordenó quemar sus poemas por ser inmorales.

Con el movimiento de estos últimos años “me too” he reflexionado sobre mi vida y encuentro en mi historia que he sido acosada sexualmente por aquellos que ostentan poder, que he sido mal pagada por el simple hecho de ser mujer y han difuminado comentarios malintencionados sobre mí, para destruir mi trabajo y conocimiento.

Y aunque he sufrido el machismo, también me he liberado de muchas formas de él, porque el camino que abrió mi madre, Safo, y todas las mujeres extraordinarias que de alguna u otra manera se han revelado a su destino y han perseguido sus sueños. Ellas han hecho posible que yo volara. Ahora, solo espero que mi camino y el de todas las mujeres que luchan por un mundo equitativo hagan que mis hijas lleguen hasta el infinito y más allá.





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